Se tenía que llegar al Clásico con la Liga igualada y el
plan ha salido perfecto. No me gusta hablar de los árbitros, pero esto se pasa
de castaño oscuro. Hernández Hernández ya puede soñar con una prometedora
carrera en el mundo de los trencillas. La Federación sabía como colocar sus
piezas sobre el tablero y el último movimiento era la designación para el
partido de hoy, justo antes del Clásico.
No es que pite en contra del Madrid, que también, si no que en un mismo
partido, en jugadas similares, unas son falta y otras no, unas llevan amarilla
y otras no… como la que saca a Ramos y la que luego se guarda cuando cortan un
contraataque de Hazard. Y como esa acción, todas las demás.
El resultado se explica por lo mismo de siempre: la falta de
gol. No entiendo porque esa voluntad de llegar al gol, tocando y tocando y
tocando… ¡¡¡Hay que tirar joder!!!. Que se lo digan a Morales… Pero claro,
jugamos con Benzema, que clase tiene para enseñar en los colegios, pero el gol
no lo tiene. Y el gol o lo tienes o no lo tienes. Y Ramos tiene más gol que el francés
de aquí a Lima. Pero la misión de Ramos no es meter goles. La misión de meter
goles pertenece al que lleva la camiseta con el número 9, al menos así ha sido
siempre.
Y para cerrar el círculo, en el momento que menos tiene que
fallar el portero, inexplicablemente esconde las manos. ¿En que estaba pensando
Courtois? ¿Dónde creía que estaba? Actuaciones así discuten la autoestima que
el belga tiene en si mismo, al menos de cara a los que lo vemos actuar. Pero
para el seguro que no… Así que vuelve a tocar remar rio arriba. Con una semana
con el Tourmalet y el Galibier por delante.
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