No hace mucho tiempo alguien
comentó que jugar contra el Getafe es como un dolor de muelas. Intenso.
Cansado. Profundo. No es que el equipo de Bordalás haga un juego primoroso,
pero lleva al rival al borde del abismo. Lo empuja y lo empuja provocando que así
cometa errores infantiles, como cuando en una película de miedo el protagonista
se introduce en algún lugar oscuro con una pequeña linterna y está esperando
que de cualquier parte aparezca alguien para darle el golpe definitivo. No es
que acierte más que su rival, es que ocasiona errores en el propio de jugadores
infantiles. Eso es lo que le ocurrió ayer al Real Madrid casi todo el partido.
Buscaron vacunarse desde el
principio para que el dolor no fuera tan intenso, pero Vinicius otra vez no
estuvo acertado, o Soria fue el que si lo estuvo, porque minutos después sacó
otra mano para impedir el gol de Isco. Un partido que debía ser del malagueño,
por cierto. Su capacidad para retener la pelota era lo que necesitaba el
equipo. Los azulones jugaban siempre con el balón de cara y los blancos siempre
se encontraban con el de espaldas, terreno que debía de haber conquistado Isco,
pero este está lejos de aquel de las dos finales de Champions, al menos de
momento.
Lo importante era ganar para
aprovechar el empate del Barça y se hizo. La siguiente parada de este ascenso
al Tourmalet será la más parecida a esa subida. Domingo, 2 de la tarde, San
Mamés. Quizá el partido más complicado que nos queda por delante. Jugar a esa
hora debería estar prohibido en estas fechas, pero los reinos de Tebas son inescrutables…
Se viene revolución en el once inicial… No descartaría incluso a Bale…
Foto: depor.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario